La niña camina
Mikel Agirregabiria Agirre
Aprendiendo de las víctimas
Ibtihal Jassem es una niña de
nueve años, que no quería ser portada de los periódicos de todo el mundo.
Tampoco la suerte la acompañó nunca: nació sordomuda en Jaber Jouda, una
aldea cercana a la ciudad portuaria de Basora. El 23 de marzo del pasado
año, tres días después de la invasión de Irak, su casa fue destruida por
las bombas norteamericanas. Murieron todos los miembros de su familia, los
siete que vivían con ella. La dramática imagen de su rescate,
ensangrentada y con la pierna derecha seccionada, dio la vuelta al planeta
gracias a la agencia AP (Associated Press). Esa estampa del horror
compendiaba todo el rechazo de la ciudadanía a las guerras.
Un año después, Ibtihal vuelve a
caminar con una pierna ortopédica. Otro recordatorio a la conciencia
universal. Una acusación que nos salpica a todos, sin estériles debates
sobre el frente mediático del pacifismo, ni moralejas demagógicas sobre la
brutalidad del belicismo. Hemos de pedir nuevamente montañas de minutos de
silencio para las incontables víctimas, centrando nuestra atención en
quienes padecen las contiendas, en esos “daños colaterales”, para
aborrecer hasta la náusea cualquier forma de violencia. No queremos volver
a escuchar partes militares de victorias, ni apologías propagandísticas
sobre modernas tecnologías para matar inteligentemente. Sólo queremos que
actúen la verdad desarmada y la justicia compensatoria, para saber cómo
los damnificados civiles se recuperan y cómo se extiende sobre la Tierra
una paz ética.
Ibtihal es una metáfora de
nuestro tiempo, de un mundo que nació sordo a las peticiones de
solidaridad y de hermandad, padeciendo una sordera que condena el diálogo.
La historia reitera que el destino humano sólo conduce al atropello, a la
crueldad, a la ley del más fuerte. Pero detrás de tanta barbarie, de tanta
desesperación, siempre aparece el espíritu humano que avanza lentamente.
Dicen que los bellos caminos no llevan lejos. El nuestro es un atormentado
sendero de conflictos inacabables. Jean-Paul Sastre subrayó que “Cada
persona debe inventar su itinerario”. La Humanidad también debe hallar
colectivamente una ruta hacia la Paz. Ibtihal nos enseña que aun
renqueando, se puede sonreír a la vida. ¡Gracias niña, brisa herida, hija
viva!
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