Técnicas para
amargarse
Mikel Agirregabiria Agirre
Llegar a ser un perfecto depresivo exige toda una vida
de dedicación.
Quizá seas tú de esas personas
vocacionales que decidieron amargarse la vida. Seguramente habrás logrado
ya una buena dosis de aflicción, culpa y remordimiento, pero todo puede
empeorarse con modernas técnicas que aporta la psicología. Se reseñan
algunas recetas infalibles que aseguran el pleno fracaso vital a quienes
las sigan sistemáticamente.
1. SIEMPRE TIENES RAZÓN.
Amargarse la vida a propósito es un arte que se aprende: no se nace
atormentado, se hace. Para ello piensa que todo es blanco o negro, y que
sólo existe una verdad absoluta: la tuya. Rechaza por norma lo que te
digan los demás, sobre todo cuando puedan aportarte algo positivo. Pide
que los demás cubran el mundo de alfombras, porque tú no piensas ponerte
zapatos.
2. MÉTETE EN PROBLEMAS. Un
verdadero resentido no se excusa diciendo que sufre problemas: los tiene
realmente. Gradualmente vete complicándote la vida hasta poder decir, "me
veo envuelto en una situación desastrosa". Si no tienes bastantes
contrariedades, absorbe las de los demás. Llena tu vida con complicaciones
graves y magnifica las menores, procurando otorgar gran trascendencia a
cualquier suceso negativo.
3. VIVE TU OBSESIÓN. Elige algo
trivial que te haya dolido, subráyalo permanentemente y no lo apartes de
tu pensamiento, hasta que sólo vivas para mantener esa monomanía
perturbadora. Además así incrementarás tu inutilidad para resolver las
dificultades diarias y tus problemas ciertos crecerán contigo. Cuando
tengas un disgusto, no te distancies, haz que perdure. Y si la situación
cambia, muévete de tal forma que el problema continué con la misma o
superior intensidad.
4. NUNCA TE PERDONES. Si
perdonar a los demás es difícil, perdonarse a uno mismo lo es más, así que
no te esfuerces. Llegarás pronto a la autocompasión. Puedes echar la culpa
a los demás, o incluso peor: carga con toda la responsabilidad tú mismo,
porque puedes imaginar que todo lo que acontece depende de ti, sin aceptar
que hay situaciones que escapan a tu control.
5. RODÉATE DE QUEJUMBROSOS.
Evita a esos inconscientes que -con voluntad y valentía- han superado sus
desgracias, sobre todo si pretenden cambiar tu destino de mártir.
Reconocerás que la vida sólo es un valle de lágrimas, donde los supuestos
alegres son simples estúpidos inconscientes. Frecuenta deprimidos como tú,
que comparten que “el mundo va de mal en peor”, para desmotivarte a fondo.
6. AFÉRRATE AL PASADO. Si
quieres ser un desdichado evita que el tiempo sane las heridas con tres
métodos. A) Sublima el pasado, pensando que fue la época bella y perdida
que ya no regresará, recordando especialmente las relaciones felices
cuando ya no tengan arreglo, si bien pueden aportar mucha pesadumbre,
esperando por ejemplo esa llamada que sabes que jamás se producirá. B) Haz
como la mujer de Lot y conviértete en auténtica estatua de sal,
rememorando lo pretérito con nostalgia para impedir que el presente te
traiga novedades o felicidad. C) Arrepiéntete de cualquier mínimo error
que creas haber cometido, sobre todo si no fue tu culpa, para deprimirte
aún más al saber que ya no puedes reparar la actual desdicha.
7. PIENSA SÓLO EN EL FUTURO.
Aplaza los placeres y las alegrías cotidianas pensando que sólo en el
lejano futuro las cosas mejorarán. Por supuesto, hasta entonces no debes
disfrutar en absoluto. Confórmate con lo malo conocido y no pruebes lo
bueno por conocer. Incluso puedes torturarte pensando en todo lo malo que
probablemente te ocurrirá y que frustrará el incierto porvenir en el que
pusiste tus vanas esperanzas.
8. EVITA EL ÉXITO. Así como los
pequeños logros conduce a triunfos crecientes, sólo si tu camino está
plagado de continuos tropiezos y desventuras llegarás a la desdicha total.
Plantéate utopías imposibles de forma que tu autoestima no encuentre
salida, a fin de que todo apunte a un rosario de fiascos encadenados.
Nunca disfrutes con nada, sino que debes buscar infatigablemente qué te
falta todavía y por qué sigues siendo un fracasado.
9. BUSCA LA DESGRACIA
AUTOCUMPLIDA. Predice el peor de los temores posibles y convéncete de que
los hados te conducirán inexorablemente a su encuentro. Piensa que nadie
te aprecia y verás cómo lo consigues. La sola sospecha no debes verla como
contingencia posible, sino como un probado hecho inminente. Una buena
maldición si te la crees, la crearás y de este modo lograrás un destino
fatídico.
10. NO CAMBIES NADA. Un
verdadero amargado es fiel a su condena. Mantén intacto tu resentimiento
generalizado, sin permitir que se disipe por consejo de amistades o
vecinos, movidos seguramente por malas intenciones. Obcécate con las
repetidas y comprobadas estrategias inútiles e ineficaces, evitando
adaptarte o evolucionar. Supón que sólo existe “tu” fórmula de solución, y
aplícala en más cantidad para cosechar con profusión la misma miseria.
Hay muchas más recomendaciones:
Cultiva tus defectos; nunca preguntes a nadie cómo se encuentra, porque
podría pedirte algo; no concedas favores, así evitas llegar la cuenta de
lo que te deben; busca culpables y no soluciones; si discrepas de alguien,
mejor retírale la palabra para evitar discusiones; di “no” a todo; llévate
todos los problemas domésticos al trabajo y viceversa; frunce el ceño
para que sepan que desconfías de todos; no seas altruista porque nadie ha
hecho nada por ti; las críticas que recibes son porque te odian; en tus
relaciones que prime el ojo por ojo y el diente por diente; y si algo
parece que va bien, desconfía, porque lo que sube baja, o porque tú serás
la excepción de las buenas noticias.
¿Haces todo lo necesario para
ser un perfecto desgraciado? Amárgate la vida, y así lograrás amargársela
a quienes te rodean.
|