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14. Los pañales del Niño Jesús

Adolfo Carreto

Me cuesta mucho creer la autenticidad del Santo Pañal de Jesús que veneran en Lérida.

No soy amante de las reliquias, lo confieso. Tengo motivos para desconfiar. He visto muchas y tengo motivos para desconfiar. Pero de ninguna desconfío tanto como de esta, de la que se encuentra en el Museo Diocesano de Lérida, es decir, de la reliquia del que, en realidad no viene siendo más que unos hilitos. Me cuesta mucho creer su autenticidad, por razones obvias.

Una reliquia, para que nos entendamos, es el resto de algo: restos del cuerpo de un santo, o restos de su vestimenta. Los entendidos las dividen en tres categorías: las de primera clase, evidentemente las más serias, también las más difíciles de conseguir, aunque quizá no sean las más difíciles de probar, aquellas que se refieren a los cuerpos o a cualquiera de sus partes integrantes del cuerpo de las personas consideradas santas, incluidas las cenizas; las de segunda clase son, evidentemente, mucho más abundantes, pues se refieren a los objetos que han entrado en contacto físico con los santos en vida, los instrumentos que han utilizado, o que han sido utilizados con ellos, como es el caso de los objetos de tortura aplicados a los mártires; más numerosas y, por ende más sospechosas las de tercera clase, que son los pedazos de tela que tocaron a una reliquia de la primera clase. Esta de los pañales del niño Jesús que veneran en Lérida sería técnicamente una reliquia de segunda clase, pero tratándose de quien se trata evidentemente pasaría a una primerísima categoría.

Dice la leyenda que esta reliquia viajó desde Belén a Jerusalén, posteriormente a Túnez y finalmente a Lérida, en el año 1297, “gracias a un comerciante llamado Arnau de Solsona, cristiano que estuvo primero en el Norte de África y que, al volver a su tierra, donó la reliquia a la Iglesia, poco después de la consagración de la Seu Vella”. Desapareció en su tiempo, y nada menos que del Banco de España, donde había sido depositada para su resguardo en la época de la guerra civil. Después aparecieron unos hilos, y estos hilos son los que se veneran en sendos relicarios, mas otro que procede de una parroquia segoviana.

Sé que los Leridanos y peregrinos de otras partes, pues las reliquias siempre están unidas al fenómeno de las peregrinaciones, le tienen mucha veneración. Pero yo he de decir que, francamente, no. Y no por irrespeto, Dios me libre, sino porque no me cuadra. Las razones para que no me cuadre son tantas que para qué comenzar. Pero que sea precisamente un pañal parece que a alguien se le desbordó no solamente la imaginación sino también la cordura.

Yo creo en Jesús, pero en este pañal. No.

 
 

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