-
- Los últimos días de monseñor Isaías Duarte Cancino fueron
tensionantes. Sus más cercanos colaboradores lo notaron intranquilo y
preocupado, y hasta incómodo con algunos miembros de la clase
dirigente caleña, afirma hoy en una crónica el semanario colombiano
El Espectador.
El viernes 15 de marzo, un día antes de ser asesinado en el atrio de
la iglesia El Buen Pastor de Cali, estuvo irascible y gruñón. A tal
grado que al final de su jornada de trabajo citó a su confesor, pues
consideraba que había actuado de manera injusta. Después llamó al
sacerdote Gersaín Paz, párroco de la Iglesia de San Marcos y uno de
sus más cercanos colaboradores en la Arquidiócesis, y le insistió
en encontrarse pronto, pues debía contarle muchas cosas.
Días antes, sus amigos de la iglesia de La María se percataron de lo
mismo. A Claudia Arana, una de las responsables de la corporación
creada por los familiares de las víctimas del secuestro masivo
cometido por el Eln hace tres años, y de la que era miembro
honorario, le dijo que se sentía solo.
- Para los ex secuestrados de La María, la actitud de
"Monse" como lo llamaban con cariño, no fue la misma seria
y regañona que tomaba para infundirles valor en los momentos más
tensos del plagio. Por el contrario, transmitía una profunda
tristeza.
- Este comportamiento era extraño en un hombre que tenía en cuenta
las opiniones de los demás y consultaba con frecuencia a sus amigos y
colegas. Aunque jamás expresó las razones de su desazón, todos sus
amigos y allegados sabían que tenía mucho que ver con la polémica
generada después del 8 de febrero, cuando advirtió a sus feligreses
que el narcotráfico estaba permeando las campañas políticas al
Congreso y los instó a no dejarse engañar y no apoyar estas listas.
- Incluso, Heriberto Ceballos, su conductor, cambió las rutas
habituales por las que se desplazaba monseñor Duarte. El religioso
justificó su petición como un acto preventivo ante la forma como
habían evolucionado las críticas por su posición frente al
narcotráfico. A pesar de sus temores no se encerró y continuó con
su costumbre de caminar por Cali en los momentos de mayor tensión.
Incluso, agrega el semanario, estuvo con varios sacerdotes de la
Arquidiócesis tomando aguadepanela en el kilómetro 18, dos días
antes del atentado.
- Jamás mencionó la existencia de algún tipo de intimidación o
amenaza contra su vida. A José Amín Cortés, quien maneja la
Comisión Vida, Justicia y Paz, organismo de la Arquidiócesis, le
expresó varias veces el temor de ver infiltrada su obra social con
dinero dudoso. Por eso impartió instrucciones precisas para ser más
rigurosos en la aceptación de ayudas para sus proyectos pastorales.
- Esta orden no extrañó a nadie. En ese aspecto siempre fue
vertical. Su intransigencia se disparaba en asuntos de moral. De
manera casi ingenua, tampoco concebía que alguien fuera a atentar
contra él. Le preocupaba más que esas fuerzas oscuras a las que
había denunciado públicamente intentaran desprestigiar la
Arquidiócesis. Pero dos hechos ocurridos días antes lo obligaron a
replantear sus temores.
- Recomendó a sus colaboradores tener cuidado. Incluso, con algunos
contempló la posibilidad de relevarlos de sus funciones para sacarlos
de Cali. No quería que se repitieran hechos como el asesinato a
finales de febrero pasado de Julio Galeano, quien coordinaba programas
de empleo, ocupación y atención social en Siloé, un deprimido
sector de ladera ubicado en el sur de la ciudad.
- La muerte de este hombre no era el único hecho inquietante. En
otros puntos de la capital del Valle, como el barrio Terrón Colorado,
levantado a la salida hacía el puerto de Buenaventura, también se
habían presentado amenazas contra sus colaboradores. Esto lo llevó a
trasladar todas las actividades sociales a un local aledaño a la
catedral.
- Rechazo al narcotráfico
- Advierte el periódico que, el arzobispo de Cali siempre tuvo una
posición radical frente al narcotráfico. Preocupado por el manto de
ignorancia impuesto por la sociedad caleña frente al daño moral
generado por el fenómeno delincuencial, prohibió la celebración de
misas, bautizos y matrimonios en casas o fincas de particulares.
Además, ordenó a los sacerdotes y obispos bajo su cargo no recibir
donaciones sin antes verificar su origen, lícito y su procedencia.
- Un año después de su posesión, suspendió de sus funciones al
párroco de la iglesia de Yumbo. Monseñor comprobó que el sacerdote
recibió una fuerte suma de dinero por parte del narcotraficante
Hélmer "Pacho" Herrera para que mediara durante su entrega
a las autoridades. Lo mismo ocurrió con cuatro curas más.
Según la publicación, el obispo Duarte era un hombre conservador y
tradicionalista. Siempre se distinguió por defender con pasión el
sacerdocio y las directrices del Vaticano. Prefirió, entonces,
enfrentar las críticas por sus decisiones antes que enfrentar a los
religiosos sancionados y a su iglesia a un escándalo.
- En muchas ocasiones se pronunció fuerte contra el daño que
generaba el narcotráfico en la moral de la sociedad caleña. En
público y en privado fustigó a empresarios, periodistas, políticos
y particulares. Su posición generó incomodidad entre la sociedad y
empezaron a provocarlo con críticas.
- Desde el año 2000, durante las pasadas elecciones para alcaldes,
gobernadores, diputados y concejales, monseñor recibió informaciones
de coaliciones cuestionadas por sus vínculos con el narcotráfico. En
particular, la labor que realizaba un hombre conocido con el alias de
"El Mango" en Yumbo, quien también financió campañas en
Buenaventura, Tuluá y Cali.
- Las quejas se acrecentaron con las campañas para el Congreso.
Candidatos que prefirieron mantener su nombre en reserva por temor,
admitieron ser objeto de amenazas veladas o directas y vetos en
regiones como el norte del Valle y Buenaventura.
- Para el semanario liberal, otro hecho aumentó la preocupación de
monseñor Duarte. El caso se produjo en agosto pasado. Un guerrillero
del ELN que actuó en el secuestro masivo en el kilómetro 18 y tuvo
bajo su cargo la custodia de los retenidos, lo buscó para desertar y
antes de ser entregado a la Defensoría y al Programa Presidencial de
Reinserción le confió a monseñor las relaciones de redes del
narcotráfico con facciones del ELN y con políticos de la región.
- Según el guerrillero, el ELN habría hecho de cobrador de cuentas
de narcos contra deudores de las organizaciones vinculadas a la red de
Pacho Herrera y en la región del Naya controlaban 2.000 hectáreas de
sembradíos de coca y 800 de amapola.
- Anónimos amenazantes
- El prelado fue siempre vertical en condenar el secuestro. Durante el
plagio masivo de los feligreses de La María y del kilómetro 18
presionó la liberación de estas personas sin concesiones ni
rescates. En el momento en el que empezaron las extorsiones a las
familias de los plagiados, denunció los hechos y fustigó a estas
personas para que no pagaran los rescates. Además, excomulgó a los
guerrilleros.
- A principios de marzo circuló en Cali un anónimo en el que se
anunciaba una ofensiva política y militar contra el paramilitarismo y
los lazos de estos grupos con empresarios y en concreto señalaban al
arzobispo. Al mismo tiempo, algunos periodistas recibieron extrañas
llamadas que anunciaban "fiestas de película" aludiendo a
posibles actos terroristas o atentados en la capital del Valle.
- Para las autoridades, el asesinato de monseñor Duarte está muy
relacionado con dos hechos: la presencia en Cali de alias
"Julián, el cabecilla del frente José María Becerra del ELN,
un mes y medio antes del atentado; este hombre es el autor de los
secuestros de La María, el kilómetro 18 y del asesinato del director
del DAS en Popayán y la interceptación de una comunicación radial
de un frente guerrillero en la que se hacían planes para un posible
atentado.
- La comunicación fue interceptada horas antes del homicidio de
monseñor Duarte y es objeto de estudio, debido a que ese día
también se encontraba en Cali el candidato presidencial Álvaro Uribe
Vélez.
Para el director del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS),
Rafael Cuéllar, cualquiera pudo atentar contra el arzobispo de Cali.
Los pocas pistas con las que cuentan las autoridades hacen pensar que
el crimen fue ejecutado por personas que no eran de la región.
Por lo pronto, se analizan los resultados de medio centenar de
allanamientos en Cali y la verificación de antecedentes de por lo
menos 500 personas. Sin embargo, recalcó Cuéllar, aún es prematuro
hablar de móviles y autores.
|