8. Meditación sobre
el amor
Hay tres significados especìficos del amor: Eros,
Filos y Ágape. Eros es el amor sensible. Eros tiende al bien donde el
hombre encuentra su plenitud porque está hecho para el bien. El amor como
Filos es lo que comúnmente llamamos amistad; parte del Eros, incluso se
puede decir que es su perfección, es el amor espiritual y personal. El
amor como Ágape es el tercer grado del amor, que por su misma naturaleza
viene de Dios; es el amor de Dios al hombre y la correspondencia de éste a
la gracia de Dios.
"Venerem et
Cupidinem invocant amantes, nam Venus et Cupido amorem in cordibus hominum
excitare possunt. Cupido enim est deus amoris,
et Venus. Pulcherrima omnium dearum, dea amoris ac pulchritudinis est.
Pulchritudo Veneris ab omnibus laudatur"
En estos días suele hablarse con frecuencia sobre el
amor. Por cierto un tema polisémico y difícil de explicar su
significación. Me he otorgado la palabra para decir algo al respecto a
propósito de un artículo publicado en este Semanario, Año VI, núm. 302, p.
13. En éste, aparece una fotografía donde figuran Mauricio Beuchot, el P.
Guillermo Hernández y el autor de este artículo. Ahí se nos describe
conforme a los tres significados específicos del amor: "Eros, Filos y
Ágape". Pongo estas líneas no como inconformidad con el Semanario, sino
como una explicación de los términos para evitar confusiones entre los
lectores. Igualmente como una forma de agradecimiento por publicar este
trabajo.
Todos sabemos por experiencia que el hombre vive en
sociedad, porque su misma naturaleza le ha exigido estar con otros. Así lo
expresó bellamente Aristóteles al inicio de su política: "Por naturaleza
el hombre es un animal social o político... el hombre es el único entre
los animales que posee el don del lenguaje" (1). Y más tarde Séneca
escribió: "viviré con quien sabe que nació para los otros" (2). Por su
parte San Agustín, el filósofo de la interioridad y del amor escribió: "mi
amor es mi peso, él me lleva donde quiera que voy" (3). Estos testimonios
muestran claramente que el hombre naturalmente tiene disposición de
comunicación, es más, el hombre mismo es comunicación.
En efecto, el hombre tiene la capacidad de comunicar,
porque él mismo es comunicación. Se comunica por medio de la palabra, la
corporeidad, pero con más plenitud con el amor. El amor en un sentido
general tiene varios significados, y por su modo de aplicación concreta es
analógico. Hay amor paterno y materno, filial, fraternal, amistad,
conyugal, patriótico, etc. Casi todos los autores consideran tres grados
en el amor o modos diversos de amar: Eros, Filos y Ágape (4).
El amor como Eros, "es el amor sensible, pero sin caer
en el dualismo alma-cuerpo ya que en este amor interviene el hombre entero
(espíritu encarnado, unidad plural), aunque con cierto predominio de la
dimensión corpórea y por lo mismo con relativa participación de la
libertad. Por eso, lo que generalmente provoca al amor erótico es la
belleza sensible: esplendor de formas y colores, armonía de figuras que
atraen y que producen fruición y felicidad. Contiene la unión de lo
verdadero, de lo bello y de lo bueno. Entonces Eros tiende al bien donde
el hombre encuentra su plenitud porque está hecho para el bien” (5).
No se piense que el amor (Eros), como se trata del amor
sensible, sea el amor sexual en absoluto. Sin embargo, el amor erótico
"funda el encuentro que puede producir cambios profundos en las personas.
Da lugar al diálogo que enriquece a los dialogantes, origina una clase de
amistad que suele impregnar de alegría la vida humana. El amor erótico se
deja sentir en el arte, en la oratoria, en la enseñanza, en la educación y
aún en las actividades religiosas" (6).
El amor como Filos, es lo que comúnmente llamamos
amistad. Parte del Eros, incluso se puede decir que es su perfección. Es
el amor espiritual y personal; éste último "en sentido amplio es amor
personal en cuanto que abarca al hombre entero y expresa lo mejor y lo más
profundo de la persona. Es espiritual, en cuanto que surge del ser humano,
todo entero, con énfasis sobre el espíritu" (7).
La amistad brota de las últimas profundidades de la
persona, por eso "llega a lo mejor, único e irrepetible, de otra persona"
(8). Por la amistad el hombre se encuentra en su yo profundo, pues es el
verdadero amor, de aquí la necesidad de que Eros se transforme en Filos.
Ya que la amistad "es querer el bien de la persona amada, pues ya lo había
dicho Aristóteles: amor es desear a otro todo lo que se considera bueno,
no por uno mismo, sino por el otro" (9). De modo que la amistad "es un
dinamismo que provoca interioridad, alegría felicidad, entusiasmo por
crecer en el bien y la autorrealización personal" (10).
El amor como amistad, “es el más rico y evidente medio
de comunicación, porque el amor no es solamente un sentimiento, sino que
es algo ontológico" (11). En este sentido conviene ayudarnos de un texto
de San Agustín que reza así: "hay que juzgar al hombre, no por lo que
sabe, sino por lo que ama. Sólo el amor hace de él lo que es, el amor
bueno lo hace bueno, el amor malo lo hace malo" (12).
La amistad es un valor humano que se fortalece con el
trato, necesita del tiempo para crecer en la persona. Muy pocos conservan
la amistad de sus verdaderos amigos, con razón Cicerón no se cansaba de
expresar: "Nada más difícil en la vida que hacer durar una amistad hasta
el último día de la vida". Pues la amistad va creciendo cotidianamente en
las relaciones interpersonales "es el descubrimiento del otro en tanto que
otro y desde más allá de él mismo, desde su vocación", como dice Jean
Lacroix, o como diría Jaspers, "el surgimiento conjugado y concreador de
dos libertades personales que se afirman a sí mismas afirmándose amorosa y
recíprocamente" (13).
La amistad "es la actitud comprensiva interpersonal: es
intercambio sincero y gozoso" (14). En la amistad, "adquieren valor
especial no solo las palabras, sino también los gestos y el silencio: las
palabras porque significan y expresan el nosotros cordial que forman el yo
y el tú; la sonrisa —gesto característico de la convivencia amistosa—
porque es el símbolo del gozo que me causa el que tú y yo estamos viviendo
un nosotros único; el silencio, porque es el símbolo de la fruición
inefable en el espíritu por la realidad de ser nosotros” (15).
El amor como Ágape, es el tercer grado del amor, que
por su misma naturaleza viene de Dios. Es el amor de Dios al hombre y la
correspondencia de éste a la gracia de Dios. Este grado de amor le da
plenitud al Eros y al Filos. En el ágape hay un verdadero dialogo, pues en
el “dialogo amoroso con Dios se realiza la realización personal yo-tu
entre el hombre y su creador, relación que exige la más profunda soledad”
(16).
El amor es el modo de comunicación más pleno y eficaz.
“Si el amor parece un misterio, por lo mismo es indecible, se debe a que
el amor es la esencia del hombre que sigue siendo, a pesar de los
constantes intentos por definirlo, el profundo abismo que dijera Agustín”
—grande profundum est ipse homo— (17).
En el encabezado de este trabajo puse un texto del
filólogo Hans H. Orberg que se refiere a un aspecto del amor erótico. "Los
enamorados invocan a Venus y a Cupido, porque ellos pueden despertar el
amor en los corazones de los hombres. Pues Cupido es el dios del amor y
Venus, la más hermosa de todas las diosas, es la diosa del amor y de la
belleza. La belleza de Venus es elogiada por todos los hombres" (18).
Es un riesgo vivir solamente con uno de los aspectos
del amor. Es el extremo de quienes solamente reconocen el amor como
amistad y a veces hasta mal entendido. En cambio el ágape no sólo los
perfecciona, sino que los equilibra y conduce a la persona a su auténtica
realización humana. No se opone a aquello que expresaba con frecuencia el
doctor José Rubén Sanabria, citando a Emmanuel Mounier: "El acto de amor
es la más honda certeza del hombre, el cogito existencial irrefutable, yo
amo, luego el Ser existe y la vida vale la pena de ser vivida"(19).
(1) Aristóteles, Política, 11,1 1253 a.
(2) Séneca, De vita beata, XV, 20
(3) San Agustín, Confesiones, XIII, 9, 10: Pondos deum
amor meus, eo feror quocumque feror
(4) Por ejemplo: Jean Lacroix, Kart Jaspers, Emmanuel
Lévinas, Pedro Laín Entralgo, Adela Cortina, Carlos Díaz, Pedro Gasparotto,
Sanabria, Basave, etc.
(5) Sanabria, José Rubén. Filosofía del hombre, Porrúa,
Segunda edición, México, 2000. p 186
(6) Ibidem p 187
(7) Ibidem p. 189
(8) Ibidem
(9) Ibidem, p. 190
(10) Ibidem, p. 194
(11) Ibidem, p. 195
(12) San Agustin, Epist 155,13 Mores autem nostri, non
ex eo quod quisque novit, sed ex eo quod diligit, dijudicari solent: nec
feciunt bonos vel malos mores nisi boni vel mali amores.
(13) Sanabria, José Rubén. En torno a la soledad, en
Revista de Filosofía, año IV, núm 12, UIA México, 1971, p. 303
(14) Idem
(15) Idem
(16) Ibidem, p. 305
(17) Sanabria, José Rubén. Filosofía del hombre, op.
Cit. P. 95 El texto de san Agustín, Confess IV 14,21.
(18) H. Orberg Hans, Lengua latina, Per se illustrata,
Pars I, Familia romana, Museum Tusculanum, Hauniae MCMLVI, anno 1991, p.
146 Evisdentemente esto no es lo que piensa el autor, pues la obra que
señalo es una forma de enseñar latín conforme al método natural; sin
embargo, eso todavía lo sostienen algunas personas.
(19) Ver entrevista a José Rubén Sanabria en Atenas y
Roma, revista semestral de la dirección de investigación, n° 3 UPAEP,
Puebla, 2004, p. 110.
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