Defensa de mi tesis
Gen. 19, 1-14

Silvia Villagrán

Por todo esto, es que lo reconozco vivo, que lo siento vivo. En esta noche de Epifanía, más que siempre necesito albergarlo en mi casa, en mi persona. Lavar mis pies de toda suciedad del mundo, sin dejar de estar en el mundo.

 

 

En Lot, los ángeles adoptan apariencia humana. En la Historia de la Humanidad, Dios se hace hombre y se Encarna en el seno de María. Nace como Dios y en el absurdo para nosotros del misterio es hombre y es Dios. Si todo el Antiguo Testamento es preparación para el Nuevo Testamento, todo hospedaje que se relata en el AT, es preparación para ver al Señor nacer pobre, en un pesebre, escucharlo predicar y morir como un esclavo en la cruz. Comprender la Resurrección es importante, más aún lo es sentirlo vivo entre nosotros, acompañándonos, amándonos, desafiándonos a ser mejores, para ser santos. “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios” Jn1,1. Por lo tanto, desde el Génesis se anuncia a Jesucristo con, por y entre nosotros. Y cada uno que alberga a Dios en el AT, está por tanto albergando al Cristo, anidándolo para que nazca y sobreviva en nosotros. No sé si Lot fue un personaje real o no, por la genealogía se nos hace comprender que era un ser humano, capaz de albergar en su vida al Señor y defenderlo, poniendo por delante incluso lo más preciado para él. El mensaje del yahvista que escribió esta perícopa pienso que es la de hacernos comprender, que todos somos capaces de albergar al Señor. En el NT, se dan varios pasajes de hospitalidad, en los que interviene, el Señor mismo. ¿Por qué el alcance del anuncio de Jesucristo? Porque es sólo El, capaz de morar en nosotros y caminar a nuestro lado, cuando le damos cabida en nuestras vidas. Por lo general en el AT, Dios se presenta en hierofanías como nube, fuego, etc. En Lot se presenta como ángeles, luego se habla de hombres. Porque es El, el Dios hecho hombre quien nos inhabita. Es El quien se dona en forma de pan y vino en la Eucaristía, para que lo alberguemos. Durante toda la Historia de la Humanidad, Dios busca al hombre y el hombre busca a Dios. No puede haber encuentro sin búsqueda, ni albergue, sin la disponibilidad de recibirlo, para que more en nosotros, con nosotros. Es por eso que sostengo su anuncio. El que fue, es y será.
REFLEXION. Por todo esto, es que lo reconozco vivo, que lo siento vivo. En esta noche de Epifanía, más que siempre necesito albergarlo en mi casa, en mi persona. Lavar mis pies de toda suciedad del mundo, sin dejar de estar en el mundo. Y darle al Señor cada vez con más fuerza, la bienvenida dentro mío. Esta noche voy a ofrecerle todo el oro, incienso y mirra que con su ayuda he podido recrear dentro mío, para El, mi Amado, mi Señor. Que así sea.
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Publicado el: Viernes, 28 de Noviembre de 2003 13:20:27 -0600