Cualquier persona, creyente o no, que se haya puesto en contacto
con la Biblia, por fe o simple curiosidad, habrá podido constatar,
sin ningún género de dudas, que el pecado que más rechaza y
desagrada a Dios, es el pecado de idolatría.(divinización de
alguna criatura o adoración de dioses falsos). Yahvé se muestra
como el único y verdadero Dios. Es un Dios celoso que corrige,
educa y a la vez premia y castiga a su pueblo, cuando éste le
vuelve la espalda y se va tras los ídolos extranjeros, los baales o
construyen con manos humanas, el becerro de oro. No soporta en modo
alguno el pecado de idolatría e inculca en todos los israelitas su
principal y primer mandamiento:”Escucha.Israel: el Señor nuestro
Dios es solamente uno. Amarás al Señor tu Dios con todo el
corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas”.De aquí la
severísima prohibición de evitar cualquier representación
pictórica o escultórica por el peligro de caer ,a ejemplo de los
demás pueblos, en el pecado de idolatría.
Ahora bien, Dios no puede cambiar. Su voluntad y su ley, hoy como
ayer y siempre, tienen plena vigencia. para todos.
No es exagerado afirmar que hoy el pecado más extendido en el
mundo entero, es el de la idolatría. En general, esta pobre
humanidad desnortada y materialista, ha dado la espalda al único y
verdadero Dios y corre, insensatamente, tras toda clase de ídolos,
forjados a su gusto y medida. Dios Padre y su único Hijo
Jesucristo, es suplantado, abierta y descaradamente por multitud de
ídolos de carne y barro en casi todos los sectores de la vida
humana.¿Nos extrañaremos luego, algunos, de las terribles
consecuencias que sufrimos a todos los niveles, por nuestra
insensatez y pertinacia?.