Recuerdo muy bien el 25 de enero de 1999, tuve el enorme
privilegio de estar en el Estadio Azteca, en el “Encuentro de
las generaciones”. El Papa venía de la Nunciatura hacia el
Estadio Azteca, los cientos de miles de almas que estabamos allí,
seguíamos con ansia su trayecto, de pronto, algo pasó, ya no
pudimos ver nada por las pantallas gigantes, se oían rumores, “ya
llegó”, “está por entrar”... De pronto, el papa móvil
hizo su aparición por la rampa, entonces, la emoción nos
desbordó a todos, comenzamos a cantar “Tu eres mi hermano del
alma, realmente el amigo...”
Las lágrimas, la emoción de estar frente al representante de
Cristo en la tierra, era superior a todos nosotros. El Papa
recorrió el Estadio y finalmente llegó al templete central,
preparado para él. Cuando comenzó a subir, la locura fue aún
mayor “Juan Pablo II te quiere todo el mundo!!!”
El Papa, nuestro Papa, estaba verdaderamente emocionado, más de
una vez acercó sus manos a los ojos, esos ojos penetrantes,
llenos de amor, de entrega, que reflejan la santidad, la
profundidad, la inmensidad de Dios.
Todos en el Estadio juraban que el Papa los había visto
específicamente a ellos, Juanito, mi hijo mayor, apenas hablaba y
me dijo, “Mami, el Papa me saludó”. Toda mi familia y yo
misma, sentí que el Papa se había fijado expresamente en mi...
así de grande es el amor que Él transmite y reparte, a todos nos
alcanza, a todos nos envuelve, a todos nos toca.
El evento completo fue emocionante, sin embargo, el momento
cumbre llegó cuando a media homilía, el Estadio en pleno
interrumpió a Su Santidad para gritarle “Juan Pablo II te
quiere todo el mundo”, y él respondió con una sonrisa pícara,
“Muchas veces en mi vida he sentido, Juan Pablo II, tú eres
mexicano”. La locura se desbordó, no había forma de romper el
magnetismo infinito, el amor sublime que se respiraba en el
ambiente, “ Juan Pablo II tú eres mexicano”... No sé cuantos
minutos pasaron, creo que todos perdimos la noción del tiempo,
esa experiencia iba más allá de minutos y segundos, fue la
perfecta comunión entre El representante de Cristo en la tierra y
el Pueblo de México
No cabe duda que la emotividad de todas las visitas de Su
Santidad a México, han sido únicas. El mismo ha confesado que
descubrió su vocación como Papa Misionero en su primera visita
Pontifical, en enero de 1979.
Como mexicanos, nos hemos sentido profundamente identificados
con un hombre entregado a su misión, el lema de su escudo
pontificio Totus Tuus, “Todo tuyo” lo muestran con gran
claridad
Nos hemos identificado con un hombre que ha vivido momentos
terribles en su vida al quedar solo, sin familia desde muy joven,
al trabajar en una mina de forma inhumana, al tener que hacer
frente a la segunda guerra mundial, y luego al socialismo y que
por lo tanto, conoce, comprende y comparte el sufrimiento de
nuestro pueblo mexicano.
Su personalidad, su fe sin límites, su fortaleza espiritual, su
voluntad de hierro que parece crecer con los años, su ternura
infinita, su capacidad de comunicación con cualquier tipo de
público, su capacidad de conciliación, su respeto, amor y
acogida a todas las religiones, su disponibilidad y capacidad de
servicio por mencionar solo algunas de sus cualidades, han hecho
que sea el hombre más importante del S XX, el más querido y el
más respetado aún por gentes de otras religiones que reconocen
en el a un Ser Humano excepcional
¿Y su mensaje?... ese es quizás el tema sobre el cual
deberíamos trabajar todos los mexicanos, el amor, la emoción, la
entrega y el respeto del pueblo de México hacia Su Santidad,
jamás estará completa, jamás será sublimada y culminada, sin
la comprensión, aceptación y acción del mensaje y las
enseñanzas de nuestro querido mexicano, Juan Pablo II.
EL Papa ha tocado muchos y muy variados temas en sus cuatro
visitas a nuestro México, es imposible abarcarlos todos en un
artículo. Poco a poco y durante las próximas semanas,
analizaremos todos los temas y enseñanzas que nos ha dejado,
desde Doctrina Social, pobres, jóvenes, familia, hasta
evangelización, Jesús, Virgen de Guadalupe, Fe y Fidelidad...
Su Santidad nos ama, nos lo ha demostrado con tantas visitas,
con sus frases que todos llevamos en el corazón: “México
católico Siempre Fiel”, “Me llena de gozo encontrarme de
nuevo en ésta bendita tierra con mi pueblo tan querido” “
Pensar en México es referirse a una tierra bendecida por la
predilección de la Madre del Señor” “ Muchas veces en mi
vida he sentido, Juan Pablo II tú eres mexicano” “ Dios te
bendiga México”...
No defraudemos ese amor, esa confianza que Cristo, por medio de
su representante, tiene puesto en México. No ha hecho cosa igual
con ninguna otra nación, seamos guadalupanos, cristianos de
pensamiento, palabra y acción, cuéstenos lo que nos cueste, la
congruencia en nuestra vida, será la mejor medicina para comenzar
a construir la Patria que todos soñamos, el México que Cristo y
Juan Pablo II anhelan ver, sin odios, sin violencia, sin
corrupción, sin desigualdades sociales, sin drogadicción.
Te invito a que cada semana vayas repasando el mensaje que Su
Santidad nos ha dado a lo largo de sus viajes, así, los podrás
hacer tuyos, divulgarlos pero sobre todo vivirlos, y entonces se
hará realidad más que nunca esas hermosas palabras con las que
el Papa se despidió en su última visita ¡Dios te bendiga
México!